Angel Blue (★★✩✩✩): lágrimas kitsch

CRÍTICA DE LÍRICA

La soprano estadounidense ofreció un recital con exceso de emoción donde lo mejor llegó al final

La soprano Angel Blue, durante su actuación en Peralada

La soprano Angel Blue, durante su actuación en Peralada 

Miquel Gonzalez / Shooting

Angel Blue (★★✩✩✩)

Intérpretes: Angel Blue, soprano. Bryan Wagorn, piano

Lugar y fecha: Festival de Perelada. Iglesia del Carmen (13/VII/2025).

El exceso de emoción, o su contrario, es uno de los grandes peligros del arte lírico del canto.

Eso es precisamente lo que le ocurrió a la soprano estadounidense Angel Blue en su recital debut en el Festival de Perelada.

Antes de cantar, quiso recordar su juventud como estudiante del Centre de Perfeccionament en Les Arts de València, así como dedicar, en un cambio de pieza de apertura, el Ave Maria de Schubert a las víctimas de la Dana. O eso quiso entender parte del público, que no escuchó bien su parlamento inicial entre lágrimas.

Así las cosas, con la emoción palpable de la soprano antes de cantar, se fue desgranando un programa demasiado ecléctico, sin solución de continuidad, que mezclo el lied inmortal de Schubert, bastante fuera de estilo, con un Ritorna vincitor, poderoso pero demasiado estentóreo.

Lee también

Anna Netrebko (★★★★✩): canto entre palmeras

Jordi Maddaleno
Anna Netrebko saluda tras el concierto, flanqueada por Jorge de León y Karel Mark Chichon

Es cierto que la acústica de la Iglesia del Carmen no ayudó, pues el volumen y proyección de Blue son de una voz de lírico-spinto rotunda, que distorsiona la reverberación del recinto.

Una Louise de Charpentier sin encanto ni finura, un Vissi d’arte mejor administrado pero sin el ángel que pide el aria, pese al nombre de la artista. Pero lo más chocante fue enlazarlo con un aria de la opereta Die Csárdasfürstin de Kalman, que rompió el estilo y la continuación dramática. Un Heia, heia cantado con exceso de efusividad y unas palmas al grito de “¡España!” que no tuvieron respuesta en el público.

En una segunda parte mucho más recogida, la soprano pudo por fin demostrar el arte y su carisma en un repertorio que parece serle mucho mas afín.

El pianista Bryan Wagorn, en un momento del recital

El pianista Bryan Wagorn, en un momento del recital 

Miquel González / Shooting

Recogimiento y sensible uso de la proyección en las dos canciones norteamericanas, I wonder what became of me de Arlen y Our love is here to stay de Gershwin.

Mención al sensible trabajo del pianista Bryan Wagorn, tanto en el acompañamiento como en sus solos con Debussy y Gershwin.

En las dos romanzas de zarzuela, 'De España vengo' y 'Carceleras', se hizo patente la confusión estilística entre canto extrovertido y canto abierto sin contención”

Notable interpretación de la icónica Youkali de Kurt Weill, donde el cambio de impostación de canción a lírico mostró un instrumento maleable a la que la emoción volvió a traicionar.

Así fue con las dos romanzas de zarzuela, De España vengo de Pablo Luna y Carceleras de Chapí. Atropellamiento en el texto, paro por las lágrimas y confusión estilística entre el canto extrovertido y el canto abierto sin contención.

Lo mejor vino al final con su repertorio y dos espirituales negros, donde, ¡por fin! se vislumbraron dinámicas y contención expresiva con Deep River y Ride on King Jesus.

Un Oh mio babbino caro demasiado proteico y un vaporoso Summertime, del Porgy and Bess de Gershwin cerraron un recital regado de lágrimas y repertorio kitsch.

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...