Velvet Sundown (no confundir con Velvet Underground) sacó ayer su tercer disco ( Sun Rebellion ), lo cual seguramente no sería una gran noticia de no ser porque el grupo de rock alternativo (así se define a sí mismo) tiene millones de seguidores en Spotify y es por completo fruto de la inteligencia artificial. ¿Un fraude? ¿Una farsa?
Quien esté detrás de la banda digital y guíe a la IA en la selección de un estilo ha tardado lo suyo y esperado a la publicación de dos elepés ( Floating on Echoes y Dust and Silence ) para explicar que se trata de un grupo fake (aunque los límites de lo que es verdadero y falso son cada vez más borrosos, y aún lo serán más), y que “la música, los temas, las imágenes, las biografías, las historias, las voces y las letras (o sea, todo) de Velvet Sound son creaciones originales desarrolladas con herramientas de inteligencia artificial”.
Presiones a Spotify y empresas de streaming para que distingan entre música “real” y generada por la IA
En realidad, sólo se ha visto obligado a dar explicaciones cuando se han planteado dudas sobre la identidad atribuida a los integrantes del grupo (que aparecen en las fotos de promoción con un look años setenta) y la veracidad de sus biografías. No se han librado de las críticas Spotify y servidores similares, por no hacer un mayor esfuerzo para informar a sus suscriptores de lo que es exactamente Velvet Sundown, y que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia (o más bien, el fruto de un proyecto cuidadosamente elaborado con medios digitales para ganar dinero).
Puesta contra las cuerdas, la empresa de streaming con sede en Estocolmo ha calificado al grupo como “un proyecto de música sintética alternativo, guiado y producido por una dirección artística humana, compuesto e ilustrado con la ayuda de la inteligencia artificial, que constituye una provocación dirigida a cuestionar los límites de la creación, la identidad y el futuro mismo de la industria en la era de la IA”. Palabras...
Para el crítico de The Daily Telegraph , la música de Velvet Sound es un popurrí en el que quien sea la mano humana que guía el grupo ha dado instrucciones a la inteligencia artificial de que se inspire en el sonido Laurel Canyon californiano de los años sesenta y setenta, Neil Young, Crosby, Still & Nash y la banda sonora del remake de A Star is Born (2018), todo ello aderezado con toques grunge de hace un cuarto de siglo y chill out de la primera década del nuevo milenio, para crear una música (temas como Drift Beyond , Dust on the Wind , Flame Echoes Through the Pines o Mirrors in the Smoke ) que es una bazofia, pero tiene el mérito de parecer más analógica que digital. En tecnología le da un diez, en calidad artística un cero.
Legalmente Spotify y las compañías de streaming no están obligadas a identificar la música generada por IA, pero el fenómeno de Velvet Sundown está creando una considerable presión para cambiar las leyes y que los consumidores tengan el derecho a saber el origen de los temas que escuchan.
Consecuencias económicas
La confederación de sociedades de autores calcula en un 20% la pérdida de ingresos de los artistas
La falta de transparencia y autoría ha saltado a la palestra como un problema muy a tener en cuenta, ya que la Confederación internacional de sociedades de autores y compositores (CISAYC), una oenegé sin ánimo de lucro con cinco millones de miembros, calcula en un veinte por ciento la pérdida de ingresos de los artistas, sobre todo independientes, cuando los derechos de autor no les son debidamente atribuidos, entre otras razones porque la IA se inspira en ellos sin consentimiento.
La cuestión es si a la gente le va a importar que una canción y un grupo sean “humanos”, o si le va a dar igual –siempre que le gusten– que sean una creación digital.