Trump despide a la fiscal Comey, hija del exdirector del FBI

Estados Unidos

El presidente se venga de James Comey, uno de sus enemigos más acérrimos Trump echa a Maurene Comey, hija del exdirector del FBI, como fiscal en Manhattan

FILE - Assistant U.S. Attorney Maurene Comey is outside court during the Sean

Maurene Comey, en junio pasado en Nueva York, saliendo del juicio contra Sean Diddy Combs

Ted Shaffrey / Ap-LaPresse

Una vez que el presidente Trump le echó de mala manera en el 2017 como director del FBI, James Comey se reinventó como escritor de novela negra.

Esta primavera publicó la tercera entrega, FDR Drive , de esta saga protagonizada por el investigador Benny Dugan y la fiscal Nora Carleton, personaje para el que se inspiró en su hija Maurene Comey desempeñando su labor como acusadora pública en la corte de Nueva York.

Maurene Comey avisa a sus colegas de que “el miedo es la herramienta del tirano”

Al padre le impresionó el porte y el despliegue que observó en su hija en el juicio (2022) contra Ghislaine Maxwell, la conseguidora de niñas para el hoy tan nombrado depredador sexual Jeffrey Epstein. Así lo explicó el pasado mayo en una de las presentaciones, donde recordó que Maurene era una de las fiscales en la vista oral contra el productor musical Sean Diddy Combs.

James Comey, uno de los tipos más odiados por Trump al recordarle que nadie, ni el propio presidente, está por encima de la ley, ya no podrá ver a su hija en uno de los grandes juicios en la Gran Manzana.

La noche del miércoles, sin previo aviso y de forma abrupta, Maurene Comey, recibió el despido como fiscal federal en el distrito sur de Nueva York, con sede en el bajo Manhattan. La notificación no contenía explicación alguna. Tampoco hacía falta. Todos entendieron que le daban el finiquito por ser hija de quién es.

Trump prometió en su campaña que se vengaría de todos aquellos que él considera fueron sus enemigos, los malos en su película. Hasta ahora se contaban numerosos finiquitos de los que participaron en investigaciones por su intento de golpe de estado. Ninguno, sin embargo, tenía un apellido tan significativo y con tanto eco.

A sus compañeros Maurene Comey les advirtió por correo electrónico, enviado tras conocer la noticia, del escalofriante efecto que supone quedarse en la calle de esta manera. “Si un fiscal de carrera puede ser despedido sin razón alguna, el miedo se filtra en la decisión de los que se quedan”, escribió. “No permitáis que esto suceda”, insistió. Y aludió a que “el miedo es la herramienta del tirano, empuñada para reprimir el pensamiento independiente”.

La oficina de la fiscalía de Manhattan, para la que ella trabajó casi una década, no emitió comentario alguno. Todo apunta que Trump apeló al artículo dos de la Constitución, en el que se establece el poder ejecutivo del presidente del país.

Quien encontró una explicación al despido fue el senador demócrata Adam Schiff, otro de los peores villanos según Trump. Schiff sostuvo que el finiquito a Maurene Comey es una táctica más del presidente para culpar a los demócratas de la crisis que él mismo ha creado con el tema Epstein.

Acosado por no desvelar los supuestos documentos que el Departamento de Justicia presuntamente guarda sobre la lista de clientes del pederasta millonario –buen amigo del mismo Trump durante años–, el mandatario busca ahora hacer creer que todo es un invento de los demócratas en el que han caído “estúpidos republicanos”.

La base fundacional de ese montaje la atribuye precisamente a Comey y su FBI, cuando, como recordó Schiff, Trump y sus seguidores “crearon esa teoría de la conspiración y la alimentaron”.

Por ahora, a Maurene le queda la otra vida. Esa de la que goza como Nora Carleton y que su padre también le ha dado, para poder seguir ejerciendo como fiscal, aunque sea de ficción.

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