“Lo de ‘encuentra un trabajo que ames y no trabajarás más’ es una estafa”

Vivo en Nueva Orleans, EE.UU. No tengo pareja ni hijos. Vivo sola. Creo que el capitalismo ya no sirve y por desgracia no tenemos alternativa. El planeta arde, nadie se puede permitir un piso y los trabajos cada vez van a peor. Soy judía, y Beniamin Netanyahu no tiene derecho a decidir qué significa ser judío. (Foto: Mané Espinosa)

Sarah Jaffe,periodista y escritora

¿Encuentras un trabajo que ames y no trabajas jamás?

¡Ojalá fuera verdad! Detrás del amor al trabajo hay una estafa.

¿Cómo nos han vendido que trabajar es realizarse?

A los niños les preguntamos qué quieren ser de mayores, y no nos referimos a si quieren ser buenas personas sino qué trabajo quieren hacer; y esa presión se va haciendo más intensa a medida que crecemos.

¿El trabajo en sí mismo debe proporcionarnos plenitud, placer y sentido?

Yo empecé a reflexionar sobre esto cuando conseguí el trabajo de mis sueños: ser periodista, después de años de trabajar de camarera, dependienta y profesora. Por fin podía ejercer el periodismo, ¡ahora sería feliz!

¿Y?

Pues no, estoy agotada y sigo sin un duro. Como periodista especializada en el mundo laboral empecé a hablar con muchísima gente que tenían una historia parecida a la mía: “Conseguí el trabajo de mis sueños y todo sigue siendo una mierda”.

¿Es lo que hay?

Sí, trabajar a destajo y “si no te gusta tengo a 200 personas en la puerta que matarían por tu trabajo”. Esa expectativa es una forma de presión, y no algo que nos nazca de forma orgánica.

¿Quién nos ha contado este cuento?

En los años 80 del siglo pasado se empezó a escribir sobre la adicción al trabajo como una enfermedad, de manera que no hace tanto tiempo que pensábamos que trabajar tantísimas horas era un problema.

¿Qué pasó?

El mito del artista devoto y hambriento ha pasado a los becarios no remunerados, a los escritores, a los músicos, los académicos precarizados, los programadores informáticos e incluso a los atletas profesionales.

Esa idea de que lo hacemos porque nos encanta.

Sí, y nos creemos especiales. Lo que ha pasado es que los tipos de trabajos en los que no había ninguna expectativa de que nos gustaran, como trabajar en una fábrica, formaban una parte mucho mayor de la economía.

La revolución industrial nos llevó a las fábricas para ganarnos la vida.

Y no porque nos encantara. A lo largo de siglos la gente luchó por conseguir unas condiciones de trabajo dignas, pero esos trabajos apenas existen ya. Ahora cada vez vemos a más gente trabajando en sección servicios muy precarizados.

Cierto.

La realidad es que trabajamos más horas que nunca, y nuestra disponibilidad se da por hecha. Todo eso nos provoca estrés, ansiedad y soledad. Estamos agotados, quemados, sobrecargados y mal pagados.

¿Emocionalmente agotados a final del día?

Todas las demandas del trabajo hacen que cada vez tengamos menos tiempo y energía para conectar con otros. El eslogan de Amazon “Consigue un trabajo repartiendo sonrisas” es uno de mis preferidos.

Cuénteme.

La realidad es que llevan una máquina pegada al brazo que mide cuántas veces empaquetan algo en una caja por hora, una presión constante por acelerar.

Mientras sueñan con un trabajo que les realice.

Sí, esa es la trampa; los Starbucks están llenos de licenciados, y cuando encuentran un trabajo mejor lo dan todo, pero su vida no mejora. Hacer lo que te gusta es una receta para la explotación.

¿Está segura?

Estamos en una crisis de salud mental enorme y en una crisis de soledad, no existe un equilibrio entre la vida profesional y personal, la conciliación efectiva así es imposible.

Muchos hacen del amor al trabajo su vida.

Puedes disfrutar tu trabajo, pero es trabajo, y el trabajo no está diseñado para hacernos felices sino para hacerles ganar dinero a otros.

La riqueza se concentra en pocas manos.

Y encima pensamos que se lo merecen... El hombre más rico del mundo, Elon Musk, heredó su fortuna, y Tesla no fue una idea propia sino comprada, se rodea de lo mejor, dinero llama a dinero.

Y la clase media se empobrece.

Estamos todos demasiado agotados para sacar las guillotinas a la calle.

¿En sentido figurado?

Por supuesto. Esta no es una situación que podamos solucionar a nivel individual, pero a nivel colectivo podemos decidir hacer las cosas de otra manera. Y lo más importante es que no nos creamos que el amor al trabajo es lo que nos va a reportar la felicidad.

¿Y los jóvenes lo saben?

Están empezando a darse cuenta. Mi consejo es que conversen con compañeros y amigos sobre si trabajar tanto les hace felices, porque el sistema también nos dice que somos nosotros individualmente quienes nos sentimos agotados e infelices.

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