‘El plan maestro’
Javier Sierra, de niño, soñó con ser astronauta. Hoy cultiva la ocultura, parte de cultura que se nos oculta: “Abraham Lincoln abolió la esclavitud porque un espiritista le anunció que, si no lo hacía, se romperían los Estados Unidos de América...”. Lo irracional sostiene lo racional, vaya: Kekulé ¡soñó! la estructura atómica del benceno; Descartes ¡soñó! su Discurso del método dentro de una cuba de vino vacía... Javier Sierra ha creado un nuevo género literario, que nimba de misterio aspectos de la historia del arte. Lo hizo en El maestro del Prado y lo hace en El plan maestro (Planeta): desvela un montón de claves enigmáticas partiendo de una cueva prehistórica con sus niños. Hoy su hijo Martín estudia astrofísica y será astronauta: “Mi hijo pisará Marte, seguro, y nosotros dos lo veremos”.
¿Cuál es el misterio?
Palpita alrededor desde que pintamos paredes de cuevas hace 40.000 años.
¿Primer arte?
El arte transmite conocimiento, es ocultura : una parte oculta de la cultura, que pide segunda mirada.
Deme un ejemplo de “segunda mirada”.
La mirada de los niños: ven figuras en las nubes... o mis hijos cuando ven un bisonte danzando en las cuevas de Puente Viesgo.
¿Metió a sus niños en esas cuevas?
Con una linterna. Mi hija Sofía descubrió que una estalagmita proyectaba esa figura en la pared, oscilante ante la luz móvil: ¡la punta de esa estalagmita había sido pulida hace 17.000 años para dar esa sombra de cornamenta!
Un cine prehistórico.
Puerta de comunicación a otra dimensión: es la función del arte.
¿Qué otra dimensión?
La pared de roca era membrana entre este mundo y otro: tocaban un bulto en la roca y entendían que un bisonte se apoyaba al otro lado... Y lo visibilizaban.
Hermosa idea.
Y práctica: en unos toros hay puntos idénticos a grupos de estrellas. El toro evocaba esa constelación... que coincidía con el tiempo de siembra o cosecha...
Calendario estelar agrícola en la cueva.
Oculto a ojos profanos, por muy valioso.
Apliquemos más la “segunda mirada”.
Dalí en el Prado con Lorca y Buñuel.
¿Qué miraba Dalí?
El jardín de las delicias , del Bosco, durante horas. “¿Qué miras, si ya te lo sabes?”, le preguntaba Buñuel. “¡Vengo a verme!”, replicaba Dalí, enigmático.
¿A verse?
¿Ve el perfil de esta roca, con una serpiente (bigote) y el armadillo (ojo saltón)?
Lo veo: ¡es Dalí!
Por eso Dalí trasladó esa roca a El gran masturbador y solapaba imágenes en sus lienzos. Los relojes blandos de Dalí encajarían en El jardín de las delicias ...
¿Nos está enseñando a mirar el arte?
Eso hizo conmigo Luis Fovel, un tipo que me enseñó a leer ciertos cuadros del Prado, una tarde. Y no volví a verle.
¿Quién era el tal Fovel?
Lo he buscado años: ¡misterio! Tengo mi hipótesis... Ya en tablillas sumerias aparecen hombres pez o Apkallus : enseñan conocimientos a los humanos. ¡Hay un hombre pez en El jardín de las delicias ! Y en otros cuadros: una puerta abierta.
¿Abierta a qué?
A la existencia de otra dimensión colindante con esta y de la que vienen saberes.
El mundo de los bisontes ideales...
Saberes y conocimientos que nos permiten evolucionar y ser más sensibles y entender mensajes...
Hemos llamado ángeles a esos mensajeros, a menudo.
Yo les llamo maestros instructores.
¿Como lo fue su maestro Fovel?
Sí, y creo que los ha habido siempre, propiciando saberes y saltos de conocimiento, como lo fue el del paleolítico al neolítico.
¿Con qué fin, Sierra?
Desvelar la verdad última, el sentido de todo esto. ¿Estamos, quizás, incursos en un plan, un plan maestro del que el arte es una llave maestra? Quizás, quizás...
Lo novela usted así en su último libro...
Con ejemplos del mundo del arte.
Regáleme algún otro ejemplo.
Obligado por el Papa a pintar a Dios creando a Adán en la Capilla Sixtina, Miguel Ángel coló a Dios en medio de un velo que tiene forma de... ¡cerebro humano!
Es verdad, ahora que me lo dice: ¡lo veo!
Las autopsias estaban entonces prohibidas, pero Miguel Ángel había visto un cerebro... y nos lo transmitía ahí.
Heréticamente, el artista nos está sugiriendo que nuestro cerebro... es Dios.
También en El jardín de las delicias nos mete el Bosco un órgano sensorial: mire fijamente el lago y la fuente de la tabla central y entorne la mirada... ¿Qué ve?
¡Un ojo!
¡Sí! ¡Es el ojo de Dios! Dios todo lo ve. Los guardias de esta sala del Prado confiesan a menudo sentirse observados.
¿Algún otro secreto anatómico más en alguna otra obra de arte?
Mire bien La primavera de Botticelli: el dios Céfiro (el viento) rapta a una ninfa. Aplique ahora su segunda mirada: mire cómo envuelve a Venus, al fondo, una imagen formada por el cielo entrevisto a través de las ramas y hojas de los árboles...
¡Veo dos pulmones!
Tal cual. Desde ahí soplamos. Nadie había visto, bajo inculpación por necromancia, pulmones humanos... Son saberes encriptados en el arte: ¡más plan maestro!
¿Es usted parte de ese plan maestro?
Y también usted, con esta entrevista.