“Pasamos de aspirar a viajeros ‘jet set’ a negar que somos turistas ‘low cost’”

Tengo 77 años y me temo que poco que enseñar a los jóvenes y mucho que aprender de ellos. Nací en Roma y confieso que soy y he sido un turista. Como buen romano tengo muchísima familia directa o política, pero más amigos que me importan más. He disertado sobre el turismo en el CCCB. (Foto: Xavi Jurio)

Marco d’Eramo,ensayista especializado en Turismo; publica ‘El selfie del mundo’

¿Por qué el turismo se ha convertido para tantos en problema?

Ni italianos ni españoles podemos vivir sin turismo –supone más del 13% de nuestro PIB–, pero tampoco con él: las ciudades y ciudadanos ya no soportan más turistas.

¿No será que no podemos vivir con masificación turística, pero sí con turismo?

Por Dios, el turismo es una industria más: ¡por qué no nos quejamos de la sobreproducción de muebles o de máquinas o de química?

¿Por qué sí del turismo?

El turismo es el sector hermano pequeño del gran capitalismo empresarial...

Siempre se dice que genera poco valor; que no aumenta la productividad...

El gran capital no se lo toma en serio tal vez porque aún hay algo cómico en los turistas con sus banderolas y guías y colas...

Nadie piensa cuando vemos turistas aquí que nosotros lo somos en su ciudad.

En cambio, el turismo requirió de grandes y profundas revoluciones tecnológicas para ser posible: primero, la revolución industrial, que propició la del transporte con trenes, barcos, aviones...

Para grandes pasajes.

Esa fue la segunda parte de la revolución del turismo: había que fabricar masas de viajeros, porque el viaje de placer era hasta entonces un producto de elite.

El avión era solo para millonarios.

Hasta los años 60 solo era la jet set , la que podía permitirse el jet, de aviones con pocas plazas y azafatas que servían champán al embarcar y el glamour de un selecto pasaje.

No me suena a Ryanair de hoy y similares.

Porque hicieron falta dos siglos de conquistas sociales para llenar esos miles de aviones con turistas: trabajadores con un mes de vacaciones pagadas; pensionistas con buenas pensiones y mucho tiempo...

Tiempo libre y bien retribuido.

La de las pensiones fue otra revolución, pero costosa y lenta: crear masas de turistas requirió décadas de furibundas luchas sociales. Por eso el 90% de los turistas son jubilados o empleados de vacaciones o mochileros que aprovechan que sus padres las pagan.

¿Turismo fenómeno social o socialista?

Es una conquista social resultado de la lucha del movimiento obrero y consecuencia de la revolución industrial; y la democratización del tiempo libre. Pero, sobre todo, está vinculado a nuestra idea de libertad.

¿En qué sentido?

Muchos descubrieron con la pandemia que la libertad de moverse por el planeta es un bien preciado que no teníamos y aún no tienen todos los humanos. Recuerde que el muro de Berlín empezó a resquebrajarse cuando los alemanes orientales empezaron a pedir visados para visitar Hungría en masa.

Hoy parece mentira que un estado no dejara viajar.

Lo mismo nos pasó cuando acabó la pandemia: viajamos como locos, porque al fin éramos libres. Por eso le decía que el turismo es un movimiento político: es libertad.

¿Molesta cuando esa libertad es en masa?

Norberto Bobbio nos decía que cualquier costumbre se devalúa cuando las clases sociales que las practican son devaluadas.

Pues describe la degradación del turismo.

Cuando lo practicaban las elites era algo hermoso, pero a medida que el turismo está al alcance de las clases bajas y los pensionistas lo desvalorizamos Hemos pasado de aspirar a ser jet set a lamentar ser low cos t.

Y ya nadie quiere pasar por turista.

Todos queremos ser viajeros; no turistas. El desprecio al turista es proporcional al aumento de turistas de clases populares. En 1826, Gobineau ya se reía de los “rebaños de turistas” en Florencia y eran muy poquitos.

¿Todos somos hoy turistas que desprecian a los demás turistas?

Porque a las clases populares a menudo no les gusta reconocerse como tales y todos decimos “soy viajero, no turista” incluso cuando viajamos en grupo. Es como cuando la gente habla de “la gente” como si ellos no lo fueran. Y son –somos– gente.

¿Antes viajar era ir a la playa del pueblo de al lado y hoy hay que ir a Tokio para decirlo?

La lucha de clases, decía también Bobbio, siempre adquiere la forma de la persecución. Los de atrás quieren imitar a los de delante.

“Quiero ir a París, como los ricos”.

Y, sobre todo, porque soy especial. Hoy no es tanto viajar por ser rico sino “especial”.

¿Nos cansaremos del turismo?

Solo hay tres maneras de frenarlo: cerrar fronteras como Mussolini, encarecer los viajes hasta que solo viajen los ricos como antes o recortar vacaciones, sueldos y pensiones.

¿Qué cree que pasará?

Vamos a encarecer el turismo, porque es lo que quieren las grandes ciudades y gobiernos: pocos turistas, ricos y que gasten.

¿No encarecen también la vivienda al alquilarla por días?

El turismo es un motor que se destruye a sí mismo, empezando por el medio ambiente.

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