Concepción es de El Salvador. Se licenció en derecho y vino a España con 25 años en búsqueda de una oportunidad. Desde el primer momento supo que no podría ejercer de abogada. No le importa, aquí es feliz. A través de la parroquia encontró trabajo cuidando a una persona mayor. Desde hace una década trabaja en el sector de los cuidados. Pocos españoles quieren dedicarse a nuestros dependientes. Concepción es imprescindible. Mohamed, de Marruecos, trabaja en una pyme de la construcción. Se dedica a hacer reformas y también es imprescindible. Sin Ibrahim, de Senegal, pocos españoles querrían construir nuestras carreteras. Sin migrantes, en definitiva, la economía se frenaría.

El líder de Vox, Santiago Abascal, interviene durante la presentación del programa económico y de vivienda de Vox
El rechazo a la inmigración lleva tiempo extendiéndose por España. De norte a sur, de este a oeste. Vox alimenta el discurso y las redes sociales lo amplifican. Este último aspecto es importante porque sin X, TikTok e Instagram no se explicaría este fenómeno. En El Patio Digital todo se amplifica y los grises no existen. Hay quien intenta destacar que existe una estrecha relación entre la delincuencia y la inmigración porque saca rédito de ello. La semilla del odio lleva tiempo inoculada. En Torre Pacheco se está comprobando.
Los dos primeros párrafos de este artículo representan a las dos Españas actuales. Hay quien piensa que la inmigración es la solución a un problema laboral, pero también hay quien cree que estamos ante una emergencia. No es una élite la que opina lo segundo; son personas muy modestas, con una vida muy sencilla. En esas aguas está pescando Vox con un discurso básico: esta es la inmigración (mala) que trae el “bipartidismo”.
Vox es hoy el partido de moda y la radiografía de sus potenciales votantes más precisa hay que encontrarla en los microdatos del CIS. El sondeo apunta que Vox triunfaría entre los jóvenes. Se ha convertido en el partido refugio de la protesta temprana (hace una década lo fue Podemos) y las redes sociales son imprescindibles. Que Abascal se levante y abandone el Congreso cuando habla Sánchez es hoy más efectivo que un cuidado discurso parlamentario. Las propuestas de Vox llegan a través de vídeos a un público amplio con un simple movimiento de pulgar. El swypeo es gasolina y Vox hoy sería la primera fuerza política hasta los 45 años.
El mensaje de @Santi_ABASCAL a todos los inmigrantes legales que residen en España.
— VOX 🇪🇸 (@vox_es) July 14, 2025
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Más datos del CIS: Vox tiene una mayor pegada en poblaciones pequeñas y en ciudadanos con estudios sencillos. A medida que avanza el nivel de formación del elector, menos apoyo. Vox, por tanto, triunfa hoy en las familias más modestas, las de clase económica media y baja. Es una cuestión de malestar y, probablemente, de expectativas vitales.
Los microdatos del CIS también ofrecen una fotografía precisa de qué es lo que más preocupa a los electores de Vox. El problema más importante para sus potenciales votantes es el Gobierno y la corrupción. Cuando se les pregunta cuál es el inconveniente que más les afecta la respuesta es representativa: la crisis económica (no hay que pasar por alto que en España uno de cada tres españoles no puede irse una semana de vacaciones, según Eurostat). En segundo lugar, la inmigración.
Los votantes de Vox tienen la fidelidad más alta a su candidato, Santiago Abascal. El segundo nombre que citan como su icono político es Isabel Díaz Ayuso. Y un último dato: Vox tiene una gran entrada entre militares y fuerzas de seguridad.
Vox crece, mientras PSOE y PP siguen sin saber cómo frenar ese ascenso. A Sánchez le funcionó hace dos años apelar al miedo a la ultraderecha, pero a día de hoy no parece que esa táctica pueda tener la misma efectividad.
Feijóo es quien ya tiene un problema en forma de vía de agua a su derecha. En este momento más de un millón de votantes del PP se fugaría a Vox. La pérdida es considerable y en Génova están intentando taponarla. Si el PP se derechiza, Vox sube la apuesta. Queda por ver si los recientes ascensos de Tellado y Ester Muñoz dan con la tecla adecuada. La ola trumpista ya está en España y Vox la surfea con comodidad.