Vox y Aliança Catalana podrían obtener hoy una horquilla de entre 22 y 25 escaños en el Parlament de Catalunya, según el último barómetro del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO). Vox le pisa ya los talones al PP y la diferencia entre ambas formaciones es inferior a un punto en Catalunya, mientras que el partido de Sílvia Orriols podría pasar a tener 10 o 11 escaños.
Esta es la realidad hoy en Catalunya, también extrapolable al resto de España o a Europa. La derecha extrema crece y, como refleja el CEO, cada vez hay una mayor tolerancia de los encuestados a sus postulados. Gustará poco o nada, pero la tendencia es clarísima. Un dirigente de Vox confirmaba a este diario que este último mes de junio ha sido el que han tenido más altas de militantes de su historia.
Hay muchas razones que pueden explicar el crecimiento de estos partidos, desde las desigualdades sociales hasta la crisis de la clase media, el desencanto de los votantes ante la falta de soluciones a graves problemas como la vivienda o los casos de corrupción. Pero donde todos los expertos coinciden es que la gestión de la inmigración es una razón de peso que lleva a muchos ciudadanos a apuntarse a estas posiciones más extremas. Vox hace tiempo que descubrió estas potencialidades y se presenta y actúa allí donde existe un problema de conflictividad vecinal con inmigrantes de por medio. Es lo que ha sucedido en Torre Pacheco, aunque aquí es discutible si todo el show que se ha montado en esta localidad murciana le va a dar réditos a la formación de Santiago Abascal.

Varios 'influencers' y agitadores de redes sociales acudieron el pasado martes a una concentración en Torre Pacheco
PSOE y PP, los dos grandes perjudicados por la irrupción de esta nueva política, intentan construir un discurso alternativo. Pedro Sánchez viajó ayer a Mauritania con siete ministros para rubricar acuerdos de cooperación con el país africano e insistir en lo mucho que España debe a los inmigrantes. Alberto Núñez Feijóo hace un discurso menos buenista y, ante la amenaza de Vox, afirmó ayer que lo que hay que hacer es deportar “de forma inmediata” a los inmigrantes que delinquen.
Igual se ha llegado ya tarde, pero sobre todo, lo que es necesario hacer son políticas realistas e invertir en los barrios conflictivos para que no haya más degradación social.